Imagínate esto: estás a dos pasos del Museo del Prado, se hace de noche y tú y tu gente necesitáis un sitio donde celebrar sin complicaciones. Pues ahí está Touché, con su rollo parisino y esa terraza en la que el tiempo se para (o al menos va más lento). Dentro, todo es elegancia sin pretensiones: tonos grises, detalles dorados, madera noble y una barra donde los bartenders hacen magia líquida.
¿Lo mejor? Sus cócteles autor que le dan la vuelta a los clásicos, como esa margarita picante con chili que te hace vibrar o el gimlet que nunca falla. Y si el hambre aprieta, tienen aperitivos de categoría: gildas, ensaladilla, quesos... lo justo para acompañar el trago sin saturarte. Es de esos lugares donde tu grupo se siente como en casa, pero con un toque de sofisticación que hace que cada afterwork, cumpleaños o cena con amigos se convierta en algo especial. Ahí, en pleno barrio de los Jerónimos, entre cultura y buen rollo.